Autor: Jesús Mula Grau
Es difícil que no te guste Ricardo Sorogoyen, un amante de la fotografía, de historias que casi solo pueden pasar en España donde la realidad supera a la ficción. Su sello es sinónimo de calidad por distintas razones. Tanto en cortos, películas y, ahora, en series, su estilo es fácilmente identificable.
Planos amplios, personajes que respiran, óptica de pez, silencios tensos, miradas que reflejan pensamientos, historias urbanas cercanas, escenas cotidianas con las que conectas de inmediato, protagonistas y secundarios de lujo por sus interpretaciones… Posiblemente Antidisturbios (2020) no sea su mejor producto como cineasta, pero no por ello deja de lograr una puntuación alta. Vamos con lo malo.
A la carrera
Se precipita el final. Parece como que de repente había que acabar el serial. Por si acaso no da lugar a una segunda temporada (dudo mucho que si la hay la dirija, en todo caso ejercería de productor. De hecho, ya prepara una serie sobre la Guerra Civil). Las puertas y ventanas abiertas durante más de la mitad de la season, súbitamente se cierran de un portazo para que (casi) todo encaje: el desenlace para el castigado personaje de Raúl Arévalo, la investigación sobre la unidad, el acuerdo con el excomisario, o el destino rocoso del joven agente Rubén Murillo se lanzan de manera atropellada al espectador… Algo me he perdido y no me he dado cuenta, seguramente te preguntarás al engullir la serie.
Pese a ello, pese a todo, pesan más, de lejos, los placeres que te genera esta serie que los sinsabores. El final sorprende, el arranque atrapa. Te inserta en la atmósfera, te cuela dentro de la “lechera”, el furgón policial. Estás codo con codo con los antidisturbios y todo es rudo, duro, áspero. Pero debajo del uniforme hay siempre personas.
Conforme avanza la serie ya no te esperas nada, salvo que evolucione conforme a los planteamientos presentados inicialmente. Pero cuando menos te lo esperas pasa algo en una discoteca que ni te imaginas y pone todo casi patas arriba. Ahora ya todo puede ocurrir, cualquier cosa puede suceder. Esto puede que no sea como me lo estaba viendo venir, piensas.
Exceso de testosterona
Pero donde verdaderamente reside la fortaleza de esta historia es en la potencia que le imprimen los intérpretes. Ellos son las que la elevan de categoría. El elenco es de primera división. Es como si solo faltaran Luis Tosar, Antonio de la Torre y Josep Maria Pou. Aquí dan lo mejor el joven Patrick Criado, que se acaba de llevar un premio Feroz como mejor actor de reparto por Antidisturbios, al igual que el inmenso Hovik Keuchkerian (un actorazo que va mucho más allá de su papel en Assassin’s Creed junto a Michael Fassbender), galardón al mejor intérprete. Pero es que Álex García, que se sale en las comedias y en Antidisturbios lo borda, también estaba nominado como Keuchkerian, distinción a la que también optaba el inquietante y siempre eficaz Raúl Arévalo.
Tomás del Estal, el indolente jefe de Vicky Luengo, está perfecto, al igual que ella hace un ejercicio notable; Raúl Prieto destaca entre tantos actores consagrados, mientras que Roberto Álamo asume un papel más comedido que en Que Dios nos perdone, verdadera obra cumbre de Sorogoyen incluso por encima de la multipremiada en los Goya El Reino.
De nuevo, la corrupción
La corrupción y en concreto la corrupción típicamente española se cuela en esta serie. Judicatura, fuerzas del orden y la seguridad pública, sector inmobiliario, política… todo se mancha con esta palabra y se extiende hasta llamar la puerta de la más ética y honorable de la serie, la joven investigadora. Sorogoyen parece decir que la corrupción ha estado, está y seguirá estando en nuestro ADN. Y también que está en nuestra identidad hacernos daño. Hacer daño a nuestros seres queridos, entre nosotros: broncas familiares, peleas continuas entre la unidad que conforman los agentes, luchas en las esferas de poder, abuso de autoridad, conflictos con la independencia…
Antidisturbios habla de España, de lo que es y de lo que pasa hoy en día y de cómo hemos llegado hasta aquí. La miniserie está a la altura: historia interesante, actores brillantes, tensión, violencia, buena fotografía, pulso narrativo firme y, sobre todo, total apariencia de veracidad. Parapétate detrás de un casco y un escudo y no dudes en subirte al furgón de los 6 capítulos (50 minutos cada uno) de este producto de Movistar+ que ya está produciendo la siguiente incursión de Sorogoyen (La pecera de Eva, Stockholm, Madre…) en la televisión. Seguro que no defrauda tampoco.